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Decisión sin precedentes de los países bálticos ante el miedo a la amenaza militar rusa

Lituania, Letonia y Estonia rompen con la Convención de Ottawa para permitir el uso de minas antipersona mientras intensifican su defensa ante la agresividad rusa.

Photo by Jeff J Mitchell/Getty Images
Jeff J Mitchell
María Dávila
Actualizado a

En un movimiento que marca un cambio histórico en su estrategia militar, los gobiernos de Lituania, Letonia y Estonia han anunciado su intención de abandonar la Convención de Ottawa, el tratado internacional firmado en 1997 que prohíbe el uso, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersona. Esta ruptura, de confirmarse, les permitiría reanudar el uso de este tipo de armamento dentro de sus estrategias defensivas, en el marco de la creciente amenaza rusa sobre su seguridad nacional.

Desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, los países del Báltico se han convertido en algunos de los aliados de la OTAN más preocupados por la expansión militar del Kremlin. La proximidad geográfica, los antecedentes históricos bajo ocupación soviética y las amenazas híbridas constantes han llevado a estos Estados a replantear sus doctrinas de defensa.

El argumento central de las autoridades bálticas es que, en caso de un conflicto militar convencional, las minas antipersona podrían jugar un papel estratégico a la hora de retrasar el avance de tropas rusas o bloquear sus incursiones terrestres en pasos fronterizos vulnerables. Estas defensas serían fundamentales especialmente en los primeros días de un hipotético ataque, hasta que lleguen los refuerzos aliados de la OTAN.

Lituania, Letonia y Estonia explican que no buscan usarlas contra la población civil, sino como parte de un sistema de defensa territorial organizada y controlada, algo que hoy les impide la Convención de Ottawa.

Construcción de la línea defensiva báltica

Esta nueva doctrina defensiva no es aislada. Forma parte de un plan más amplio conocido como la Baltic Defence Line, un ambicioso proyecto de fortificaciones en los 1.500 kilómetros de fronteras terrestres que estos tres países comparten con Rusia y Bielorrusia.

Entre las medidas previstas están la construcción de búnkeres, obstáculos antitanque, líneas de trincheras y campos minados estratégicos, junto con el despliegue de sistemas de defensa aérea y de artillería de largo alcance como los HIMARS estadounidenses.

El cambio de doctrina defensiva va acompañado de fuertes incrementos presupuestarios en defensa. Lituania prevé elevar su gasto militar hasta alcanzar el 5-6% del PIB en los próximos años, uno de los mayores esfuerzos en defensa de toda Europa, mientras que Estonia y Letonia siguen incrementando de forma sostenida sus presupuestos desde el inicio de la guerra en Ucrania.

La decisión de los países bálticos supone también un reto diplomático dentro de la comunidad internacional. Actualmente, la Convención de Ottawa está firmada por 164 países, incluido prácticamente todo el bloque europeo (salvo Rusia, China y Estados Unidos, que nunca la ratificaron). La eventual retirada de Lituania, Letonia y Estonia marcaría la primera salida formal de un Estado miembro europeo desde su firma.

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Más allá del Báltico, algunos analistas internacionales ya alertan de que esta decisión podría provocar un efecto dominó en otros países de Europa del Este, cada vez más inquietos por el futuro de la seguridad continental si se mantiene la ofensiva rusa y la incertidumbre en EE.UU.

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