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El mayor rescate submarino de la historia fue en 1973 y el ‘milagro’ llegó por una corazonada: “Nuestro trabajo era sobrevivir”

Roger Chapman y Roger Mallinson estuvieron a casi 500 metros de profundidad más de 84 horas y fueron rescatados cuando casi no les quedaba oxígeno.

Los buzos comienzan a abrir la escotilla del submarino en miniatura Pisces III mientras emerge a la superficie bajo el John Cabot, tras ser izado desde el lecho del Atlántico frente a Cork.
PA Images
Mariano Tovar
Empezó a trabajar en AS en 1992 en la producción de especiales, guías, revistas y productos editoriales. Ha sido portadista de periódico, redactor jefe de diseño e infografía desde 1999 y pionero en la información de NFL en España con el blog y el podcast Zona Roja. Actualmente está centrado en la realización de especiales web e historias visuales
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El miércoles 29 de agosto de 1973, Roger Chapman y Roger Mallinson se dispusieron a pasar su jornada laboral tendiendo cable telefónico para la Oficina de Correos del Reino Unido. Parece un trabajo de lo más normal, pero todo suena muy diferente si añadimos que ese tendido se hacía a casi 500 metros de profundidad, a 240 kilómetros de la costa de Irlanda y en un pequeño sumergible llamado Pisces III, de seis metros de largo, dos de ancho y tres de alto; con un habitáculo de 1,8 metros en el que tenían que trabajar dos personas durante ocho horas de rodillas y casi acurrucadas.

La inmersión empezó a la 1:15 de la madrugada, pero Mallinson llevaba 26 horas sin dormir. En la jornada anterior se había dañado una pieza del pequeño submarino y había estado todo el día reparándola. Además, hizo algo insólito que a la larga les salvó la vida. La botella de oxígeno del sumergible estaba a la mitad, con soporte más que suficiente para la siguiente inmersión. Según los protocolos, no debía cambiarse aún, pero Mallinson, inexplicablemente, se empeñó en hacerlo. “Podría haberme metido en problemas por cambiar una botella a medio usar”. Además, era un trabajo largo, duro y complicado, porque la botella pesaba mucho. Noventa y nueve de cien veces no lo habría hecho. “Fue una corazonada”.

Se estrella contra el fondo marino

A las 9:18 de la mañana del miércoles, el Vickers Voyager, buque nodriza, comenzó a recuperar al Pisces III. Durante la maniobra una cuerda de remolque se enredó y abrió de golpe la escotilla de popa, donde estaba la maquinaria. El compartimento se inundó y aumentó el peso del sumergible en una tonelada. Quedó colgando como un péndulo hasta que el cable se partió y la nave empezó a caer a toda velocidad hacia el fondo. Chapman y Mallinson soltaron todo el lastre de plomo, unos 180 kg, para intentar frenar la caída: “Fue aterrador, como un Stuka en picado con motores rugiendo y manómetros dando vueltas”. Se acurrucaron, se metieron un trapo en la boca para no morderse la lengua… y se estrellaron contra el lecho marino a una velocidad de 65 km/h.

El Pisces III quedó boca abajo, pero la estructura aguantó el impacto milagrosamente y no hubo grietas ni filtraciones. El sistema de comunicación seguía funcionando y pudieron enviar un mensaje informando de que estaban bien. El problema ahora era encontrar una manera de subirlos desde donde estaban, a unos 480 metros de la superficie, antes de que se acabara el oxígeno.

El mayor rescate submarino de la historia fue en 1973 y el ‘milagro’ llegó por una corazonada: “Nuestro trabajo era sobrevivir”
El Pisces III se conserva y puede ser visitado en el Weymouth Sea Life Centre, en Dorset, al sur de Inglaterra.

Sobrevivir con todo en contra

Gracias a que Mallinson había instalado una bombona llena, calcularon que les quedaban unas 66 horas de oxígeno. Hasta la madrugada del sábado. Sin embargo, decidieron hablar y moverse lo menos posible, para intentar que durara más. El espacio era mínimo y pasaron casi todo el tiempo quietos en posición fetal. Estaban empapados, la temperatura rondaba los 2 ºC y Mallinson estaba convaleciente de una intoxicación alimentaria. Solo tenían un bocadillo de queso con chutney y una lata de limonada, “Pero nuestro trabajo era sobrevivir”.

Chapman era ingeniero, tenía 28 años y acababa de casarse. Mallinson tenía 35, había sido submarinista de la Marina Real, estaba casado y tenía cuatro hijos.

A lo largo del miércoles y el jueves se organizó todo el protocolo de rescate. El mal tiempo y las corrientes marinas lo hacían aún más difícil. La Marina de EE. UU. envió el USNS Mizar con el CURV-III, un submarino por control remoto usado para recuperar objetos del fondo. La Royal Navy envió el HMS Hecate y el Seaforth Clansman. Los minisubmarinos Pisces II y V fueron llevados en avión a la costa de Irlanda para que el buque nodriza Vickers Voyager los recogiera y trasladara a la zona de rescate.

El mayor rescate submarino de la historia fue en 1973 y el ‘milagro’ llegó por una corazonada: “Nuestro trabajo era sobrevivir”
Roger Mallinson (izquierda), de 35 años, y Roger Chapman, de 28, observan cómo se abre una botella de champán tras su rescate del lecho del Atlántico.PA Images

Contrarreloj contra la falta de oxígeno

El viernes casi todo salió mal. Los minisubmarinos sufrían averías, el tiempo pasaba y aún no se conocía la situación exacta del Pisces III. El Pisces V, único minisubmarino que funcionaba sin problemas, lo encontró poco antes de la una de la tarde. Estuvo hasta medianoche intentando fijar un cabo, pero no lo consiguió. En ese momento, al Pisces III le quedaban unas tres horas teóricas de oxígeno, más las que Chapman y Mallinson hubieran conseguido ahorrar manteniéndose casi en letargo. Ambos se situaron lo más arriba posible de la cápsula para respirar aire menos viciado. El hidróxido de litio que usaban para eliminar el CO2 estaba también a punto de acabarse.

A las 9:40 del sábado, el CURV-III pudo por fin conectar un cable al Pisces III después de muchas horas de intentos. En teoría, el aire se debía haber acabado seis horas y media antes. A las 10:50 comenzó la ascensión. Hasta las 13:17 el minisubmarino no llegó a la superficie. Tardaron 30 minutos desesperantes en abrir la escotilla, que estaba atascada. Ochenta y cuatro horas y treinta minutos después del inicio de la inmersión, Chapman y Mallinson salieron de la nave. Más tarde, cuando se revisó el depósito, vieron que solo quedaban 12 minutos de oxígeno. Habían conseguido aumentar la duración en casi 11 horas y aun así se salvaron de milagro.

52 años después, el rescate con supervivientes más profundo de la historia sigue siendo el del Pisces III.

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