Final NBA| Pacers-Thunder (2-2)
Los Thunder escapan del infierno
Con los Pacers lanzados y muy cerca del 1-3, las Finales de la NBA dieron un vuelco que puede ser crucial. Shai se hizo gigante en un cierre dramático.

En 2022, los Warriors perdieron el primer partido de las Finales en casa, contra los Celtics; ganaron el segundo con comodidad, perdieron el tercero… y fueron a remolque buena parte del cuarto, el crucial que olía a 1-3. Lo salvaron gracias a su defensa, su resistencia mental y la aparición deslumbrante de su jugador franquicia (en este caso un histórico: Stephen Curry). Acabaron ganando también los dos siguientes partidos y el anillo (4-2) contra unos Celtics que se pasaron el resto de la serie acordándose de esa-segunda-parte-del-cuarto-partido, de cómo de cerca había estado, de verdad a un paso, el Larry O’Brien. La gloria inmortal.
Ese guion va calcado, hasta ahora, en las Finales de 2025: los Thunder perdieron el primer partido en casa, ganaron el segundo sin problemas, perdieron el tercero con sensaciones intensas de peligro y parecieron a punto de rendirse, casi de rodillas, en el cuarto. Pero resucitaron, fuera de casa y con la soga del 1-3 al cuello: 104-111 y un 2-2 que vuelve a invertir las sensaciones de unas Finales tremendas, por ahora monumentales. Y que se reducen, a partir de aquí, a una serie de tres con ventaja de campo, otra vez, para los Thunder. Que pasaron de escapar a perseguir en un santiamén, en el momento en el que su temporada estaba en el precipicio. Fue una victoria, por eso, gigantesca, seguramente (en función de lo que pase los próximos días) histórica. Una baliza que puede cambiar el trayecto de una franquicia que nunca ha sido campeona y que convive con el resbaladizo préstamo del anillo de los Sonics en 1979.
Si se quiere tirar de ese hilo de los Warriors para explicar el proyecto de dinastía que se cuece en OKC, se puede regresar a 2015, al comienzo de todo: 1-2 en segunda ronda contra los Grizzlies, 1-2 en las Finales y remontada contra los Cavaliers. Estos Thunder también flirtearon con el mismo desastre (1-2 en contra, cuarto partido fuera de casa) en segunda ronda, contra Denver Nuggets. Como aquellos Warriors (Memphis y Cleveland primero, Boston siete años después), pasaron las de Caín y ganaron en las Rocosas y, en una batalla colosal, han calcado en Indianápolis el ejercicio de supervivencia al límite. La revolución del maíz, la histeria hoosier que estaba tiñendo de amarillo la final, se quedó a un par de pasos de estar a un paso. Con la gloria, y la inmortalidad, en la puerta. Todavía hay que jugar, claro, como mínimo dos partidos. Las Finales no se han acabado y según las matemáticas nadie (2-2) ha perdido nada. Pero si los Thunder devuelven las aguas a su cauce y se llevan el título, este será también el punto crítico que dejará sin dormir todo el verano a Rick Carlisle y sus jugadores.
Una obra maestra sin finalizar
Porque los Pacers, con la inercia de su victoria del miércoles, arrancaron en formato sinfonía (24-15 en seis minutos). Los Thunder aguantaron esa salida en tromba, equilibraron las fuerzas y el partido se jugó en un drama agotador, posesión a posesión, toda la segunda parte. Fue en el tercer cuarto, con las cartas repartidas de nuevo tras el paso por el vestuario, cuando los Pacers perdieron su gran ocasión, su bala de plata. Ahí, cuando un 74-72 se convirtió en un 86-76 (la única ventaja de diez puntos en los dos partidos de Indianápolis) a falta de un par de minutos para el cierre de ese tercer parcial, un pedazo enorme de la Final pareció en el bolsillo de un equipo al que se le resquebrajó la coraza en varios ataques fallados, tiros libres incluidos, con la posibilidad de dar un golpe que seguramente habría sido definitivo a un rival que parecía a punto de perderlo todo, las fuerzas y la fe. Pero la brecha no solo no se abrió sino que se redujo y el último cuarto empezó con un manejable 87-80 que dio a los Thunder lo que necesitaban: un punto de apoyo improbable. Bastó.
Dos días antes los Pacers entraron al parcial final con una desventaja de cinco puntos y lo ganaron por catorce (32-18). Esta vez, los Thunder perdían por siete y también lo ganaron por catorce, con un marcado casi idéntico (17-31). El clutch, los minutos de la resolución con el marcado milimétrico que habían bendecido a los Pacers y perturbado a los Thunder todos los playoffs, dieron la vuelta al mundo de las Finales: los de Carlisle mandaron hasta un 103-102 a tres minutos del final. Pero acabaron con una canasta en juego en los últimos cinco minutos, un punto total en los últimos tres. El ataque que llevaba más de un partido y medio encontrando agujeros que nadie había visto antes en la defensa de los Thunder, colapsó. Ni un triple (0/8) en el último cuarto (5/18 total en tiros). Pascal Siakam, excepcional hasta ahí, se desvaneció. Tyrese Haliburton tuvo un momento, un relámpago, pero no hizo lo suficiente y el suelo desapareció debajo de los pies de un equipo que solo un puñado de minutos antes parecía a punto de dar el gran golpe; del jaque al rey.
Los Thunder ganaron pese a que se vieron obligados a seguir las normas de los Pacers. Con una puntería nefasta (3/17 en triples), con solo 10 asistencias (sus tres peores partidos de la temporada en este apartado han sido en esta eliminatoria) y ninguna de Shai Gilgeous-Alexander, un MVP otra vez agotado, perseguido por toda la pista, obligado a pelear solo contra el mundo, desconectado de sus compañeros y a punto de ser enviado al diván del psicoanalista. Hasta que decidió levantarse, como de la nada. Rebelarse y ganar el partido. Acabó con 35 puntos (el primero desde Jerry West con tanta anotación sin asistencias en Finales) y, sobre todo, metió 15 en el último cuarto (17 todos los Pacers, recuerdo), todos en los últimos cinco minutos. Incluidos siete seguidos en el punto de break, cuando los Thunder voltearon el marcador después de ir a remolque desde el segundo cuarto.
Así nacen las leyendas. En cuartos partidos como este: en las Finales a domicilio con 1-2 en la serie y todo en contra, en las fauces de un rival en estado de gracia que se había hecho con las llaves de la eliminatoria y ni se inmutaba por muchos golpes que recibiera. Instantes que muchas veces definen carreras y quedan para siempre en la retina de los aficionados. Shai, el MVP, supo dar el golpe que decidió el partido y veremos cuánto de la eliminatoria. Encontró un camino donde aparentemente no había nada.
Desde luego, los Thunder no habrían ganado sin él. Pero tampoco sin el último cuarto de Chet Holmgren: 6 puntos y 6 rebotes (tres de ataque) para un 14+15 total con un gigantesco despliegue defensivo en un laberinto de cambios constantes y ultra agresivos que aniquiló a esos Pacers que parecían incapaces de morir solo unos minutos antes. Y no habrían ganado, sobre todo, sin Alex Caruso (20 puntos, 5 robos), que reconstruyó la defensa de su equipo y anotó canastas de plomo en situaciones críticas en las que nadie más parecía capaz de intentarlo. Así ganaron los Thunder. Sometidos muchos minutos, con concesiones arbitrales que muchas veces no se tienen fuera de casa en las Finales, una capacidad de sufrimiento extrema y una vida extra que apareció cuando todo parecía perdido. Sin meter triples, sin conectar de verdad el juego de ataque, sin hacer muchas de las cosas que decían que tenían que hacer hasta los análisis más básicos: ganaron. Por Shai, por Caruso, por su defensa, por los rebotes de ataque, los tiros libres, los brazos inacabables en las zonas… como no se podía perder, ganaron. A veces no hay más remedio que seguir adelante, sin echar otras cuentas. Y vuelven a estar vivos de regreso a su casa. Objetivo cumplido en una noche dramática, formidable que, seguramente, acabará formando parte de la historia de Oklahoma City Thunder. Para siempre.
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21 | 2 | 6 | 3 | 3 | 3 | 1 | 0 | 0 | 0/0 | 1/3 | 0/0 | 0 | 2 | 0 | |
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32 | 6 | 3 | 0 | 3 | 0 | 1 | 1 | 0 | 1/2 | 1/1 | 1/1 | 0 | 4 | 0 | |
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Shai Gilgeous-Alexander
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40 | 35 | 3 | 0 | 3 | 0 | 2 | 3 | 1 | 10/10 | 11/20 | 1/4 | 0 | 4 | 0 | |
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18 | 2 | 2 | 0 | 2 | 2 | 1 | 0 | 0 | 0/0 | 1/3 | 0/2 | 0 | 4 | 0 | |
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Aaron Wiggins
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8 | 1 | 0 | 0 | 0 | 1 | 0 | 1 | 0 | 1/2 | 0/2 | 0/1 | 0 | 0 | 0 | |
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Jaylin Williams
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Kenrich Williams
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11 | 4 | 3 | 2 | 1 | 1 | 1 | 0 | 0 | 0/0 | 2/3 | 0/1 | 0 | 0 | 0 | |