El fracaso de la política de cesiones
Las Palmas comunica el fin del vínculo con Silva, Essugo, Bajcetic, Januzaj y Pelmard. El club se hipotecó con ellos sin obtener nada a cambio.


El pasado verano, en aras de consolidarse en Primera tras haber ascendido un año antes, Las Palmas optó por la revolución en su plantilla, emergiendo como uno de los grandes agitadores del zoco de la categoría reina del fútbol patrio. El cambio fue total en su plantilla, amparándose buena parte de la construcción de la misma, tanto en julio y agosto como sobre todo en enero, en la llegada de jugadores cedidos.
Así llegaron, primero, Fábio Silva (Wolves), Essugo (Sporting de Portugal) y Januzaj (Sevilla). En el mercado invernal aterrizaron dos futbolistas: Bajcetic (Liverpool) y Pelmard (Clermont Foot). Salvo este último, que pasó por Las Palmas sin pena ni gloria, todos ellos repetían un patrón común: llegaban con un préstamo ‘limpio’, es decir, sin contraprestaciones, ni opciones de compra, más allá de la temporada recientemente terminada.
Siempre hermética en cuanto a los distintos movimientos relativos a su primer equipo, Las Palmas confirmó este miércoles, de manera oficial, lo que era un secreto a voces desde hace tantas semanas: que ninguno de ellos continuará jugando el curso que viene en Gran Canaria. Se confirma así el fracaso de la política de cesiones asumida por los despachos de la entidad hace ahora un año.
Por mucho que Miguel Ángel Ramírez, máximo accionista y presidente de la entidad, llegara a sacar pecho por la internacionalidad Sub-21 de Essugo y Silva con Portugal y la de Bajectic con España, lo cierto es que Las Palmas no sacó ningún beneficio. Obviando el descenso, nada positivo emerge del préstamo de estos cinco jugadores, que se van como vinieron, llegando a un equipo de Primera División que dentro de dos meses tiene que empezar a competir en una categoría inferior. No hay tajada posible.
Resulta que Las Palmas se la jugó con este repóker de futbolistas en último año de contrato y despreció, por orden presidencial, el concurso de Álvaro Valles, quien afrontaba el último año de un contrato que no quiso renovar. En una situación parecida se encontraba Javi Muñoz, que acaba contrato dentro de 26 días y burló la amenaza de los despachos de tener que renovar si no quería exponerse a salir traspasado a donde su club quisiera o quedarse en la grada. Su futuro más próximo pasa por Getafe a día de hoy.
Decisivo
Por presumir, Las Palmas podría hacerlo de Fábio Silva, que llegó a Gran Canaria como un desconocido que acabó marcando 10 goles, dos de ellos en el Santiago Bernabéu y Montjüic, siete de ellos implicando puntos para la UD. Problemas musculares le impidieron jugar los seis últimos partidos de liga, en los que la hueste insular se hundió del todo. Finalmente acabó jugando 1.877 minutos en 24 partidos, 22 de ellos como titular. El Atlético de Madrid le sigue la pista muy de cerca.
Pese a los fastos iniciales, Essugo (27 partidos, 1.952 minutos) empezó a caerse poco a poco, confirmando la tendencia a la baja ya desde la llegada de Diego Martínez. Sin embargo, el Chelsea le pagó al Sporting 22 millones por él y ya jugará con su nuevo equipo en el mundial de clubes. Como con Silva, su club usó a Las Palmas, que no pilla cacho, para hacer negocio con él. Bajcetic, que aterrizó en los estertores del mercado de invierno, no tuvo tiempo de coger el ritmo adecuado, también incapaz de mejorar a Las Palmas por muy mal que estuviera el equipo (975 minutos, 14 partidos, 1 gol).
Januzaj, por su parte, llegó lesionado, tardó en entrar en juego y cuando lo hacía volvía a caer. Revolucionario por momentos, dos goles en apenas 591 minutos, regresa al Sevilla sin mucha esperanza de quedarse en la capital hispalense. Mientras, poco o nada se sabe de Andy Pelmard, que apenas tuvo tiempo de intervenir en cuatro partidos y estar 205 minutos sobre el césped antes de caer lesionado. Las Palmas lo firmó pese a la inactividad que traía consigo y ambas partes lo acabaron pagando carísimo. Prácticamente en ningún momento hubo motivos para quedárselo en propiedad. Otra muesca más en el revólver de las cesiones fracasadas.
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