El fin de ciclo también llega al derbi
Siete años y medio de espera para celebrar un triunfo en un derbi bien valen una fiesta.


El fútbol es una cuestión de calidad, física y técnica, en el que lo normal es que ganen los equipos con más jugadores de calidad. Las flautas suenan a veces, claro, pero no es lo habitual. Pasó en el derbi de la primera vuelta y no pasó en el de la segunda, en el que se demostró que la calidad de este Betis que pelea por la Champions está a años luz de la de este Sevilla que solo sale en los telediarios por el escaso nivel de su clase dirigente. Calidad a años luz en el césped, en el banquillo y, por supuesto, en los despachos. Ni ponerse por delante sirvió para que el habitual temblor de piernas del Villamarín contra los de colorao tuviera continuidad en esta ocasión. Dos chispazos mientras que Isaac fallaba un gol tras otro y fin de la historia.
Nadie ni nada puede borrar la sonrisa de la cara de los béticos. Bien es cierto que se vendió algo parecido a que el Sevilla sería arrasado y no fue así. Siete años y medio de espera para celebrar un triunfo en un derbi bien valen una fiesta. Sobre todo porque tiene pinta de que tal y como funcionan las cosas en un sitio y otro, la ocasión para hacer un descosido al eterno rival no va a tardar en presentarse. Solo hace falta saber el calendario del próximo curso. En el Sevilla pobrecito actual, no ser goleado igual hasta se celebra. Por cierto, para conspiranoicos arbitrales: del pisotón de Fornals no se hablará porque no iba vestido de rojo.
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