Opinión

Cinco de cinco para Alcaraz

Sólo Alcaraz podía batir a Sinner en una final de Grand Slam. Era Alcaraz o nadie. Y fue Alcaraz. Lo volvió a hacer.

Carlos Alcaraz celebra su épica victoria sobre Jannik Sinner en Roland Garros.
DIMITAR DILKOFF | AFP
Juan Gutiérrez
Subdirector de polideportivo. Ha desarrollado toda su carrera en AS desde 1991. Cubrió dos Juegos Olímpicos, siete Mundiales de ciclismo y uno de esquí, 12 veces el Tour y la Vuelta, seis el Giro… En 2007 fue nombrado jefe de Más Deporte, puesto que ocupó hasta 2017, cuando ascendió a subdirector en las áreas de Motor, Baloncesto y Más Deporte.
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Carlos Alcaraz llegaba a su quinta final de Grand Slam, la segunda consecutiva en Roland Garros, con pleno de victorias: cuatro de cuatro. Jannik Sinner también había ganado todas las que había disputado hasta la fecha: tres de tres. Uno de los dos iba a perder su condición de invicto en su primer enfrentamiento por el título de un grande. Era un combate de colosos. El campeón o el número uno. Y fue Sinner. Cinco de cinco para Alcaraz, que firmó una remontada épica, en una final de leyenda.

No hay mejor partido posible. Y bien que lo demostraron. No solo porque enfrentaba al número uno contra el dos, sino porque en la pista estaban los ganadores de los seis últimos Grand Slams, los dos tenistas elegidos para marcar una nueva época y para cerrar, definitivamente, el capítulo glorioso del Big Three. El choque, además, medía dos estilos diferentes. Sinner es gélido, un robot de precisión, una máquina trituradora. Alcaraz es más temperamental, más creativo, más bonito. Un duelo de contrastes. Como lo era Rafa Nadal contra Roger Federer. O contra Novak Djokovic.

Dentro del circuito ATP, solo el español ha encontrado la fórmula para humanizar al cyborg en las últimas dos temporadas. A la Philippe Chatrier salió con un balance a favor de 7-4, que ahora se ha trasformado en un 8-4, las cinco últimas victorias consecutivas. De las once finales que había disputado Sinner entre 2024 y 2025, solo había perdido dos. Las dos que jugó ante Carlitos. Ahora son tres. El murciano se ha convertido en una especie de bestia negra. Su antídoto. La kriptonita. Eso daba vidilla a Alcaraz ante un rival sin apenas fisuras. Sólo Alcaraz podía batir a Sinner. Era Alcaraz o nadie. Y fue Alcaraz. Lo volvió a hacer.

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Cuando Nadal, Federer y Djokovic enlazaban títulos sin parar, siempre nos preguntábamos quién vendría después para romper ese dominio, quién sería capaz de marcar una nueva era. Temíamos, además, por una pérdida de carisma, por una caída del interés. Nada de eso ha ocurrido. Sinner y Alcaraz son hoy el presente del tenis. También el futuro. Dos fenómenos que garantizan las más épicas batallas durante muchos años. Este domingo ganó Alcaraz en cinco horas y media. Pero esto no se acaba aquí.

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