Naufragio en ‘Betislavia’
El baño bético en la grada no se tradujo en el terreno de juego, donde se demostró que si llegar a una final ya es difícil, ganarla son palabras mayores.


Crueldad. Qué difícil es llegar a una final europea. Y qué difícil ganarla. El Betis soñó con ello y con todos los motivos, porque en la primera parte dio un baño al Chelsea de impresión. Pero los de Pellegrini duraron una hora y a los de Maresca les bastó media. El baño se convirtió en naufragio en una segunda parte en la que Cole Palmer arrebató la varita mágica a Isco Alarcón para convertir a los londinenses en el primer equipo que gana todas las competiciones europeas: Champions, Europa League y, ahora, la Conference.
Clave. Había un puñado de futbolistas verdiblancos que se podía esperar que fueran determinantes, pero pocos hubieran apostado por Abde, el héroe que en Florencia metió al Betis en la final con su gol. Y el internacional marroquí fue un demonio por la banda izquierda en los 52 minutos que estuvo sobre el césped antes de lesionarse. Marcó el 1-0 y volvió locos a todos los jugadores del Chelsea y al propio Maresca. Pero se tuvo que ir al banquillo y al joven Jesús Rodríguez le vino grande toda una final europea, aunque culparlo a él sería injusto.
Apagado. Luce Antony en el cuello un tatuaje en el que se lee “iluminado” y que muchos béticos han portado de forma temporal en homenaje al bautizado como Antonio de Triana. Pero en la noche que más se esperaba a Antony, el brasileño decepcionó. Pareció como si el enfrentarse a un rival de la Premier League despertara a todos sus fantasmas y, de repente, el Antony que vestía de verdiblanco pareció portar la camiseta roja del Manchester United, donde tanto sufrió. No encaró, no dio un buen pase y acabó ofuscado y encarándose con Enzo Fernández fruto de la frustración. El mejor fichaje de invierno de la Liga no estuvo a la altura de lo que su equipo necesitaba en la noche más importante de su historia. Acabó llorando.
Goleada. El 1-4 que reflejó el marcador fue tremendamente doloroso, pero el bético de a pie puede volverse a Sevilla orgulloso de haber metido un meneo en la grada a la afición inglesa. En las buenas y en las malas. De hecho, minutos antes del empate del Chelsea al Betis ya se le notaba sufrir y fue cuando la grada se arrancó para intentar levantar a los suyos. No fue posible, pero cuando se tiene el orgullo intacto ocurren cosas como las del final del partido. Ni un bético se movió de la grada porque, pese a que el final no fue el deseado, el Betis los ha hecho muy felices esta temporada. Y el fútbol, como la vida, es disfrutar del camino.
Descanso. El fútbol es de lo que no hay. Se quejó el Chelsea de que el Betis tuvo dos días más de descanso por haber jugado el viernes en lugar del domingo y todo el mundo opinaba que se debería notar a lo largo del partido. Pero el equipo que se cayó en la segunda mitad cuando jugaba con el marcador a favor fue el Betis, mientras que el Chelsea voló. La profundidad de banquillo que da la potencia económica de los ingleses pesó más que las horas de descanso de unos y otros.
Portería. La mayor duda del Betis estaba en la portería y Pellegrini apostó por la veteranía de Adrián. El portero de Su Eminencia le ganó la partida a Fran Vieites, que defendió la meta bética en todas las eliminatorias pero al que una leve lesión muscular tras la semifinal lo hizo llegar muy justo al partido definitivo y acabó jugando en su contra. Quizás pudo hacer algo más en el empate del Chelsea el bueno de Adrián. Sea como fuere, será uno de los puestos que se refuercen en verano.
Futuro. Lo que hoy escuece, mañana será orgullo. El Betis ha rozado la gloria y está en el camino de agarrarla. Breslavia fue ‘Betislavia’, pero qué difícil es ganar una final europea...
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